viernes, 8 de abril de 2016

se deja si

Soy un buscador de la felicidad
Se deja de querer, y no se sabe por qué se deja de querer.

Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.

Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, al recogerlo, se evapore también.

Se deja de querer, y es como un viaje
destinado a la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa,
y que el viento deshoje la flor en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer, y es como un libro
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel

Se deja de querer y no se sabe
por qué se deja de querer...
.

el amor

Soy un buscador de la felicidad
El amor casi nunca tiene razones, o si las tiene, suelen ir a la rezaga del sentimiento como la cola de un cometa.
Primero, inexplicablemente, se nos descalabra el corazón y luego, tozudamente, el cerebro intenta darle un orden lógico al exabrupto, sin mucho éxito.
Y es cuando el amor hace mella, las estrategias de resolución de problemas, las buenas intenciones y los brebajes no encuentran el camino de la restauración, nada se opone al placer amoroso, nadie puede doblegarlo.
No existen razones manifiestas.
No hay demasiadas justificaciones y explicaciones, sino más bien un rotundo "porque si", tan irracional como hermoso. ¿Y por qué no?
El "te quiero" siempre implica ambición.
Suele incluir un "me perteneces" acaparador, cierta necesidad de posesión.
Un amor no posesivo, toma el anhelo y deja el dominio: "No te quiero para mi, ni siquiera te quiero para nada, sólo me gusta ser un observador de tu ser: ¡qué dicha que existas, independientemente de mi y más allá de mi!.
Para el filósofo Sponville, esa es la esencia del amor: la alegría de que el otro exista.
Así de escueto y maravilloso.
Es una felicidad esencial, radical. ¿Y dónde que la reciprocidad, la lucha por los derechos, el balance dador-receptor?
Queda justo antes: si violas derechos no puede haber alegría de que existas, por que me haces daño.
En condiciones de respetabilidad y reciprocidad, tu existencia se justifica a si misma en el amor, o mejor, el amor se justifica a si mismo en ti.
Los enamorados se miran hasta gastarse, se descubren, se maravillan, se hipnotizan, porque el otro es fuente de éxtasis.
¡Qué alegría que existas!
Quizás esta posición pueda parecer demasiado idealizada, ingenua o romántica, pero en realidad, cuando una pareja no manifiesta, así sea de vez en cuando, el gesto bobalicón típico de quienes están "felices de que el otro exista", es que el amor anda cuesta abajo o se perdió en alguna curva.
Nadie es nadie.
La ambición del otro, el deseo de ser siamés, no corresponde a un amor maduro y despojado de egoísmo.
El auto-respeto no es egoísmo, el absolutismo afectivo, si.
¿Cómo se expresaría un enamorado que se alegra de que ella exista?: "Te quiero porque te quiero, porque se me da la gana y aunque no quieras.
Te quiero cuando te siento coexistir y respirar al ritmo de mi respiración que no cesa de quererte.
No eres mía ni de nadie, te perteneces a ti misma, y yo sólo soy un voyerista que se deleita con tu paso por esta vida, que no es tuya ni mía, y aún así intentamos compartir.
Lo mismo diría una enamorada de su hombre.
El amor es la alegría de que alguien exista.
Lo demás sobra y los demás también.
Es la felicidad sentida de que tu naturaleza me hace cosquillas, justo ahí donde debiera. 

viernes, 1 de abril de 2016

llaman

Soy un buscador de la felicidad
Amor llaman a un sentimiento. A uno diferente, ininteligible para la mente humana. A ese que debemos tanto, que tantos favores no ha hecho y que tantas desdichas nos ha causado sin razón “inaparente”...
Un viaje misterioso, egoísta, valiente, extraño, sin lógica. Como quien coge un tren sin saber su destino. Como quien ama el destino sin subirse al tren. La llama de la vela con la que nos quemamos. Luz del sol que nos ciega. La salve que no sabemos rezar. La estrella que no deja de brillar. El cuento de nunca acabar. Poesía escrita en prosa.
Amor, senda eterna si es verdadera, pasaje si te encierra. Amor que sólo sabe sentir, que no entiende de otra cosa, puro, soberbio. El que es capaz de vencer al miedo.
Miradas que se cruzan curiosas, caricias que buscan respuestas, besos de complicidad. Peticiones generosas.
Amor, camino al cielo, camino que siempre será camino, camino de fantasía, camino siempre recordado, camino que ilumina cada decisión, que abre puertas y que cierra ventanas. El que hace más ancha la carretera para que no nos salgamos. El que hace más creíble al mito. El que lo da todo sin pensar.
Dios universal, imperecedero, eterno. Al que no hace falta implorar, rezar, con el que no hace falta hablar, al que simplemente hace falta conquistar. Las ganas de tenerlo, la fe por encontrarlo, el deseo de merecerlo, el miedo a perderlo.
Amor, el que nos hace ver blanco lo negro, el que pone trampas al odio, el que rescata un corazón perdido, el que salva al alma de la desesperación. El que es capaz de curar cualquier herida, por mucho que duela.
El que cumple sueños. El que cabalga por el sendero de la vida sin mirar atrás. El que hace de Nietzsche a San Agustín. El que nos hace capaces de volar por el universo sin necesidad de respirar. El que es capaz de juntar dos banderas nacionalistas. El que es capaz de ver antes que cualquier otro.
El amor es la filosofía de la vida. El amor es ser amado.

no se

Soy un buscador de la felicidad
No sé como pasó, hasta el día de hoy me lo pregunto una y otra vez, pero fue creciendo este sentimiento dentro de mi corazón y ahora todo mi ser está invadido de amor por él.
Solo bastó volverlo a ver, luego el partió, pero la huella que el dejó con su presencia, que fueron solo por unas horas, bastó para ahora amarlo con locura.
El está lejos, muchos kilómetros nos separan, pero no hay distancia que valga para amarlo.
Fue a través del hilo del teléfono o vernos por internet y todas las palabras bellas que mutuamente nos decimos, lo que hace que este amor se mantenga vivo y crezca día a día.
Ahora sueño con su regreso.
La distancia que al principio nos marcó, y que para muchos es un obstáculo para olvidar a la persona que se ama, no fue motivo para no amarlo.
Gracias a esos kilómetros que nos separan lo he valorado y extrañado todo de él. Lo amo es una realidad muy bonita.
Y si les dijera mas de toda esta historia es que: él regresó después de trece años que partió cuando ambos éramos unos chiquillos, y el sentimiento tan inmaduro de aquel entonces ahora después de muchos años volvió aflorar, la diferencia que hoy ya somos adultos.
Aunque la vida nos llevó por caminos diferentes, al final el destino caprichoso hoy nos ha dado una segunda oportunidad.

amor

Soy un buscador de la felicidad
Amar es el sentimiento más puro de la vida, es la razón de ser del corazón, una fusión de todos los sentidos, un arte de las almas, es el porqué de la vida.
Pero, al igual que tan hermoso, mágico, glorioso, casi un sueño... amar es complicado, no se llega al amor por todos los caminos, no todos los caminos conducen a Roma.
Amar es el sacrificio del alma, es entregarle "al otro" nuestra alma para que comprenda que lo quieres, sin embargo, este sacrificio es mutuo, y aunque pierdas parte del alma tuya, estás recibiendo la del ser amado y así, en mutuo sacrificio, vives más y más feliz.
Pero ese sólo es un amor, una clase de amor, porque el amor es tan grande y tan variado... cada corazón es dueño o esclavo de su propio amor, y de ser dueño ha de buscar un esclavo con el que compenetrarse; y de ser esclavo, buscará un dueño al que servir.
Pero hay amores no correspondidos, que nos acercan a la muerte como un disparo, amores en los que entregamos el alma, sin recibir nada a cambio, vamos desgastándonos poco a poco, vamos consumiéndonos en una pena sin cura, en un pozo sin fondo y perecemos, ya sin alma, en el vacío oscuro del olvido.
Pero, como en los cuentos de hadas, el destino se vuelve cómplice de la suerte y surge un alma que nos salva, que se nos entrega y aprendemos a querer y que nos quieran.
Por amor se sufre, por amor se muere, por amor se resucita, por amor se entrega, por amor se recibe... por amor se vive ¡Por amor se ama!